Rompió el espejo de la primavera cuando asomaba el otoño por la esquina rota.
Mil pedazos. Rostros desfigurados y corazones perplejos.
Cayeron como lluvia sobre el nuevo mundo, como ojos rasgados por los siglos.
Atravesaron piel y versos, sangre y pensamientos. Desgarraron las tripas.
Y millón de mariposas libres dejaron de revolotear en el estómago,
llevándose lo que quedaba de las ilusiones cultivadas.

Ser feliz nunca fue fácil. No puedo mentirte.
Pues ya hace tiempo que camino con analfabetismo emocional,
Con discapacidad de amar. Con óxido diastólico.
Y más vale arrancar lágrimas que el daño alevósico de no entenderme.
De que no me entiendas.
De no entendernos.
Y así, volver a cosechar tinieblas en caminos sinuosos.
A tristezas matutinas. A vacíos de domingo en la mañana.
A la falta de abrazos lindos, de los que estallan.
A soñar complicidades. De las que ahora se van camino al este.
A vivir, a desvivirse, a morir viviendo y a vivir entre muertes cotidianas.
A echarte de menos.

Al mundo compañero, así es la vida.